Un año más con los chicos

Un año ha pasado desde mi último post. Mucha agua ha corrido bajo el puente, pero me fue imposible seguir el relato porque la lucha por la subsistencia se volvió cada vez más dura.Después de mandar mi curiculum a centenares de organizaciones encontré trabajo en un hospital famoso de Buenos Aires como fundraiser pero antes del año me tuve que ir porque el sueldo era demasiado bajo y además el ambiente de trabajo era desordenado, opaco, frustrante e inundado de mala onda. Afortunadamente ahora estoy en una fundación conducida por sacerdotes jesuitas donde el ámbito es excelente y ocupo la mayor jerarquía ejecutiva de la organización, que es de alcance nacional con varias delegaciones en las ciudades más importantes.

La lucha con JD continuó durante todo el 2014. Primero, la perito que había designado la jueza que entiende en el juicio iniciado por mi ex marido se despachó con un dictamen que no se puede calificar sino como un verdadero mamarracho técnico.  llegando a afirmar – sin ningún fundamento científico – que mis hijos no sufrirán ningún daño psíquico ni emocional si se los regresa a Francia sin la madre. Sin comentarios.

Después, a  fin de año, tanto el supuesto Defensor de Menores como el Fiscal en turno también se pronunciaron por separar a los chicos de su madre y devolverlos a Francia «en cumplimiento de tratados internacionales». Lo más curioso es que para estos paladines de la justicia separarlos de su mamá – de la que no se separaron nunca desde que nacieron – y devolverlos a su país natal contempla «el interés superior de los niños» que según su óptica consiste en que no se violen los tratados. Hasta hoy no me puedo explicar como personas que se supone deben defender a los niños pueden poner por escrito tamaña barbaridad ni tampoco que permanecer con su madre sea menos importante para los niños que cumplir con tratados celebrados para otros fines.

La Convención de La Haya que ambos funcionarios mencionan es para los casos en que el traslado o permanencia ha sido ilegal, pero en mi caso cuento con la autorización por escrito del padre para que los chicos residan permanentemente en la Argentina.¿Donde está la ilegalidad? El supuesto Defensor para justificar su opinión hasta se permite desmerecer el valor probatorio de la autorización conferida ante una autoridad pública argentina e interpretar no lo que hizo sino lo que quiso hacer el  padre cuando la firmó, como si hubiera hecho un copy paste de lo que dijeron las juezas del tribunal francés.

Obviamente el Dr. Alvarez no menciona en ninguna parte que el Estado argentino rechazó de plano el pedido de retorno formulado por JD,  pero taimadamente dice que el traslado fue legal, pero no así la permanencia de los chicos en Argentina. En un escrito de 15 carillas desarrolla su teoría con una meticulosidad  tal para aconsejar el regreso de los chicos y descalificar mis razones que  ni los abogados defensores de JD hubieran podido hacer mejor el escrito. Es más , en partes toma textualmente los argumentos de ellos. Poderoso caballero es Don Dinero.

Cuando en Buenos Aires ya habíamos acordado todos los demás términos del divorcio –  incluida la residencia en la Argentina – JDaniel mostró la hilacha y se negó a incluir la cuota alimentaria en el acuerdo porque según él «el que se quedaba con los chicos debía hacerse cargo de todo». El acuerdo no fue firmado por esa imposición de mi ex marido.

Meses después él inició un procedimiento que se tramita por vía diplomática para sacarme los chicos y llevarlos a Francia en venganza por haberlo desafiado y la Cancillería argentina le contestó a la francesa que se rechazaba el pedido de regreso de los niños porque el padre había autorizado por escrito ante el Consulado argentino en París la residencia permanente, y por lo tanto no se daba el presupuesto de ilegalidad que menciona el Tratado de La Haya para que permanezcan en la Argentina.

Hasta tal punto llega la  brutal indiferencia de del Fiscal y del Defensor por la suerte de sus supuestos defendidos que pasan por alto la decisión del Estado argentino a través de su Cancillería dejando en descubierto que la verdadera razón de sus dichos es que no se animan a controvertir la jurisprudencia de la Corte, para no entrar en conjeturas de otro orden  más desagradables pero muy verosímiles. ¿Para que defender a mis hijos y quedar mal con la Corte si igual ésta los va a mandar de vuelta?

Estas actitudes tan indignantes, frívolas, cobardes, retorcidas y desprovistas de toda sensibilidad humana en un momento me hicieron pensar si no seré yo la equivocada y ellos quienes tiene razón, porque es tan pero tan demencial declarar que el interés superior de los niños es que se cumpla una ley que – por muchos años aún ellos ni siquiera sabrán que existe – que me producen un estupor insuperable y me resulta incomprensible.

Mención aparte en este relato merece la guerra que en 2013 y 2014 me declararon en las escuelas con motivo de la conducta de Constantino, que después de largo peregrinar se detectó que se debía a un problema neurológico. Pero eso será materia del próximo post y sólo porque comprobé que a muchas madres les pasa y son mortificadas por maestras ignorantes.