
Y salió nomás la sentencia del Tribunal de Apelación de París sin sorpresas: confirmó todas las barbaridades de la jueza de primera instancia con algunos matices y agregados … de terror.
Obviamente no esperaba otra cosa desde que como dije en un principio no se trata de los jueces sino de la política demográfica del estado francés en la que las razones humanitarias directamente “no están entre sus prioridades.” Como para los ingleses SU LEY está por sobre la “obligación moral” de devolver a sus propietarios legales polacos ciertas obras pictóricas que están actualmente en el Museo Británico, robadas primero por los nazis y luego por ellos. Hago lo que quiero porque puedo hacerlo y las obligaciones “morales” me importan un comino.
En defensa de los jueces franceses vale decir que simplemente siguen la línea que bajan desde el gobierno conservador con muy poco margen de discrecionalidad y la razón es muy simple y fácilmente entendible: la pirámide demográfica ya se convirtió en un rectángulo y los vampiros viejos, entre ellos legisladores, jueces y funcionarios que están próximos a jubilarse necesitan desesperadamente sangre joven porque sus períodos jubilatorios ya alcanzan en promedio … los 35 años!. ¿Quien pagaría sus haberes durante tanto tiempo si los jóvenes se mandaran a mudar a producir a otros países? ¿Quien pagaría sus viajes de placer, sus horas de ocio y sus veleidades?
Los viejos en Francia son ya un ancla insoportable no sólo para la economía nacional sino también para sus familiares, por eso se saben varios casos de ancianos abandonados por sus parientes en las estaciones de servicio sin documentos ni dinero.
Las tres juezas del Tribunal que firmaron este fallo contra natura superan los 70 años, es decir que están naturalmente inclinadas a asegurarse de que a la hora de la jugosa jubilación que van a recibir no haya recortes por falta aporte de sangre joven mucho menos ahora que Francia ha entrado en una crisis económica de una magnitud insospechada en gran parte debido al desfase de la ecuación previsional que derivó en un endeudamiento importante para poder seguir sosteniendo el sistema.
Tienen que asegurar en consecuencia que los niños que nacen en Francia se queden en Francia así tengan que contradecir toda noción de humanitarismo e incluso o derecho… y no les tiembla la mano porque les va su vida y la de sus descendientes en esta circunstancia.
Por eso repito: no te cases en Francia, y mucho menos tengas hijos ahí porque es una cuestión de subsistencia y aunque al principio no lo sepas desde el vamos tu vida estará arruinada y supeditada a la prepotencia de tu marido, que no tardará en aparecer porque el muy cobarde sabe que detrás de él está el decadente estado Francés con todos sus recursos para someterte y convertirte en un mero vientre como si fueras una vaca de cría.
Las mas grandes humillaciones y agravios a que te someta tu marido serán avaladas por los jueces (o sea por la fuerza) porque lo que les importa es que la sangre nueva no se les escape no las penurias que tú puedas pasar en tu matrimonio.
La extorsión detrás de las palabras
Quizás lo que digo le parezca a algunos una exageración porque en general uno está acostumbrado a mirar solamente lo más próximo, en este caso las cosas que pasan dentro de la relación matrimonial, y lo monstruoso y primitivo del sistema francés no es fácil de visualizar para quienes viven encerrados en sus dramas personales. Posiblemente yo tampoco me hubiera dado cuenta de esta aberración si no hubiera sido que la decisión de que tomé de cortar con el vampiro de mi marido fue como tirar una piedra al nido de vampiros que salieron todos como flechas a defender su sistema de provisión de sangre joven.
Como dije antes, en la audiencia de apelación (a la que no pude ir ante el peligro de que mi marido pidiera mi detención) el muy taimado se puso a lloriquear y mentir delante del Tribunal actuando el papel de un padre preocupado por sus hijos (repito, nunca mandó un peso para alimentación o vestido) que sólo vino cimco veces en dos años a la Argentina porque le producía “mucho dolor” no poder estar a solas con ellos y otras mariconeadas por el estilo. Si los hijos vivían, estaban enfermos o en la miseria no le producía “mucho dolor”, lo que por lo visto le producía mucho dolor era poner la mano en el bolsillo.
Las juezas del Tribunal de apelación afirman sin ruborizarse que la autorización de residencia permanente firmada ante el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentina (que era la clave para resolver la cuestión) es un papelucho sin mayor valor para el estado francés ya que simplemente es “una autorización “para residir en la Argentina” que no establece un “consentimiento a su instalación definitiva en Argentina, sino simplemente el acuerdo del padre para que su esposa y sus hijos pueden permanecer por largos períodos de tiempo en la Argentina.” (sic) O sea … Ustedes entienden eso? ¿Cuanto es largo tiempo? ¿Un año, cinco, veinte? ¿Porqué tienen que volver los chicos a Francia si el padre autorizó a que vivan por “largos períodos de tiempo” en la Argentina?
La pirueta semántica que hacen estas tres dependientes del Estado francés para eludir una prueba que las obligaría a fallar en sentido contrario sería francamente ridícula digna de Moliere si no fuera por el grave perjuicio que le causan a dos inocentes y a su madre poniéndolos a tiro de la sed de venganza de un neurótico desaforado.
Es decir, que hacen una interpretación del significado y alcance de un documento argentino sin tener en cuenta para nada el que le da el estado argentino, en una muestra de desprecio por los mecanismos “sudacas” de migración de personas. Lo que dice el documento argentino les importa un cuerno, lo que importa es lo que dice el que lo firmó con la mano y lo borró con lágrimas.
Como se hace una extorsión legal.
El segundo punto de este monumento al absurdo con que las tres juezas cumplen las directivas del estado francés de recuperar a cualquier costo la sangre nueva sin el menor viso de humanidad (en rigor de verdad no son humanos, son vampiros energéticos) es la parte que dice que “Las circunstancias específicas relativas a esta situación, con una familia que estaba establecida regularmente en Francia, con padres donde sus cualidades educativas no están cuestionadas, ni para uno ni para el otro, pero con una madre que reclama hoy su derecho a establecer su residencia en Argentina, derecho que no puede ser impugnado a título personal, impone, necesariamente, el regreso a Francia de la madre y de los hijos, de modo a que la solución más adecuada pueda ser buscada, en concertación entre los dos padres, en el marco de un debate a “armas iguales” entre ellos.”
La hipocresía es asqueante: mi derecho a vivir en la Argentina “no puede ser impugnado a título personal”. Es decir, “me importa un bledo que tú te quedes a vivir en tu país, sudaca de mierda, lo que me importa es que me devuelvas la sangre que me pertenece aunque eso destruya moral y emocionalmente a tus hijos y a ti”. Eso es lo que en realidad dice esta frase. Y para más horror menciona muy de paso “el interés superior de los niños”. No, señoras juezas, ustedes no defienden el interés superior de los niños, defienden el interés superior de su estado vampiro. Debería tener el coraje de decirlo y seria más digerible.
Pegunta tonta: ¿Que necesidad hay de que los niños que viven en la Argentina desde hace dos años vuelvan a Francia como si fueran una mercadería para lograr una “concertación entre los dos padres”? ¿Porqué no se puede hacer ese debate en la Argentina? O de última, porque no puede ser en Francia solamente entre ambos padres? Respuesta más tonta: porque los niños tienen que volver a Francia para nunca más volver a la Argentina. ¿Porqué? porque así lo ordena el dueño de los niños, el estado francés … manejado hoy por los conservadores.
Ahí está la extorsión judicial que pretende ser disimulada: según el fallo la reunión tiene que ser con los niños y en Francia porque tiene que ser en un marco de “armas iguales” entre ambos esposos. ¿A que “armas” se refieren estas magistradas? Veamos.
Supongamos que yo, la madre, cumpliendo esta torcida orden judicial vuelvo a Francia para el “debate de concertación” con JD. Tengo que dejar mi empleo en Argentina (que me costó un Perú conseguir), gastar un dinero que se resta del que aplico al mantenimiento de mis hijos e irme con una mano atrás y otra adelante a un país que tiene un desempleo galopante y ser una desempleada más con la expectativa de que el estado francés se digne darme un subsidio (que me va a negar por haber desobedecido una orden judicial), dedicarme a limpiar casas u otro empleo denigrante (teniendo un master en La Sorbona al que pienso renunciar porque ya se ve que no vale ni cinco), separarme de mis hijos para que vayan a la casa del padre a ser maltratados y alojarme en una pensión de mala muerte para verlos algunas horas por día. Sin amigos, sin parientes, sin conocidos, estrictamente hablando, una paria.
En cambio JD está empleado en France Telecom, tiene un gran sueldo, tiene casa, goza de todas las prerrogativas que le da el status francés, tiene dinero ahorrado de lo que no mandó durante dos años para mantener a sus hijos, tiene amigos, parientes, compañeros de trabajo, influencia de sus jefes en Telecom etc.
¿Donde está la “igualdad de armas” que dicen esta juezas? ¿No roza la estupidez esta expresión? ¿Que creen que va a hacer un tipo soberbio sediento de venganza al que no le importa para nada la relación de dos niños pequeños con su madre con todas esas ventajas a su favor? ¿Qué es lo que va a “concertar” sabiendo que tiene todo el poder? ¿Esta es la igualdad “a la francesa”? Liberté, igualité, fraternité ¿No eran el lema de su famosa revolución?
Realmente estos fallos tan brutales de la justicia francesa son los que hicieron decir sobre ellos al jurista suizo Ernest Rouguin que son “un ejemplo típico de la inflexibilidad bárbara con que los hombres de ley se complacen en asombrar al público.”
Otra más
Por si todas estas atrocidades disfrazadas de sentencia judicial fueran pocas, además me aplican una multa de mil euros por haber osado apelar la brutal medida cautelar de la jueza de primera instancia.O sea, en Francia no existe el derecho a la segunda instancia previsto en tratados internacionales firmados por ese país. Si molestas a la Corte de apelaciones – aunque sea con razón – tienes que pagar una multa si pierdes.
Más aún, dicen que debí haber renunciado a la asignación mensual de 250 euros que fijó a mi favor la jueza de primera instancia. Y no dice nada de la obligación alimentaria de JD reconocida internacionalmente que no cumplió durante dos años!
Y aquí denuncio públicamente: Francia no cumple los tratados internacionales sobre obligación alimentaria. Pone tantas trabas para que sus ciudadanos paguen el mantenimiento de sus hijos en el extranjero que no vale la pena el intento. Por eso JD nunca se molestó en mandar cinco centavos.
Para quienes se preguntan donde está la extorsión: está detrás de las palabras de la juezas que es terminante: “¡Vuelve a Francia con tus hijos a ser maltratados tú y ellos por el padre porque cometiste el error de casarte y tenerlos aquí o vive en otro país con la espada de Damocles sobre tu cabeza!”
Cada paso que doy en este drama aparece una nueva y horrible faceta de prepotencia, arbitrariedad, inhumanidad y desprecio de ese país que tanta gente cree desarrollado. Razón de más para no entregarles sin luchar mis hijos para que los conviertan en seres autómatas, depresivos, amargados, avaros y acomplejados.
Porque mis niños son franceses por haber nacido en ese suelo pero también llevan sangre argentina, son argentinos, y espero que mi Patria se pare frente a la prepotencia francesa con todas las armas legales y diplomáticas como lo está haciendo con Gran Bretaña, para impedir que mis hijos sean llevados a la fuerza a una tierra que ya le es extraña y donde los valores humanos que reconocemos aquí, la familia, el amor recíproco de padres e hijos, la amistad y la solidaridad no tienen valor alguno frente a la brutalidad de una supuesta justicia que sólo busca mantener un colonialismo decadente, pervertido y prepotente.
Colonialismo que sigue el criterio del juez inglés Andrew Morrit, quien prohibió que el Museo Británico restituya a sus herederos legítimos (y dueños), polacos, valiosos dibujos robados primero por los nazis y luego por los ingleses, argumentando que la leyes del Parlamento Inglés tienen prioridad sobre la “obligación moral” de devolver las obras robadas a sus propietarios legales. Hago lo que quiero porque puedo hacerlo y las obligaciones me importan un comino.
Ese es el “mundo civilizado”. Aquí en varios fallos la Corte puso “los tratados internacionales”sobre los derechos de los menores a vivir con su madre . O sea, exactamente lo contrario. Respetamos a quienes no nos respetan.
Espero que en el futuro esto cambie y volvamos a ser lo que fuimos repudiando toda forma de colonialismo como este “colonialismo familiar” que pretenden imponer en mi caso los jueces franceses.