Mi padre no es lo que se dice una persona muy sutil para decir las cosas, especialmente cuando se trata de hablar con sus familiares. Pero esta vez por lo menos me adelantó la noticia por whatsapp: «Salió el fallo de la Corte, los chicos se quedan!«.El corazón me di un vuelco y me quedé unos segundos mirando el teléfono como una autómata. No podía creer lo que leía. Ahí vi el siguiente mensaje de mi padre «Estoy llorando»
Al segundo me llamó mi hermana para contarme lo mismo. Yo estaba en medio de mi trabajo así que medio se paralizó el movimento, todos mis compañeros mirando que me pasaba como si estuviera por darme un ataque. «Al fin la pesadilla terminó» pensé con un suspiro y en ese momento lo primero que me vino a la mente fue dar gracias a Dios por haberme evitado el tormento que hubiera significado que me alejen de mis pichones. La vida volvió a sonreirme y el sol volvió a a salir. Y yo volví a mis tareas.
Esa noche cenamos todos juntos en mi casa con el corazón aliviado y la alegría flotando en el ambiente. Creo que el lunes 19 de septiembre de 2016 será un día inolvidable en mi vida. Miré a mis hijos jugando tranquilamente a mi lado como si no hubiera pasado nada extraordinario y pensé:»Si, Dios existe, y la justicia también». A veces no es fácil encontrarlos y por momentos la desazón te envuelve el ánimo como una espesa niebla que no te deja ver más que bultos borrosos y cosas amenazantes e indefinidas, pero hay algo que te empuja a no entregarte y es el vínculo de amor que te une con tus seres queridos, el saber que tus hijos te necesitan para crecer en armonía con el mundo y que ningún sacrificio es mucho para darles por lo menos esa cuota de seguridad que va cincelando su carácter y definiendo su personalidad.
Este doloroso trance que se extendió por siete años me enseñó que el sufrimiento te hace fuerte, que tus retoños te dan fuerzas cuando ya no te queda más ni una gota de aliento porque sabés que no le podés faltar, me enseñó que así como hay personas vengativas y perversas hay gente que es todo corazón, y sobre todo que tu familia, tu verdadera familia, es el refugio más seguro cuando la adversidad te pone frente a circunstancias que no podrías atravesar sola, es el templo donde encontrás consuelo cuando te puede la angustia y es la organización que trabaja para ir superando junto a vos cada obstáculo día a día.
Pero la enseñanza más importante que me deja este período tan inquietante es la que si saberlo escribí al principio de este relato: tené mucho cuidado cuando tu relación de pareja es con un extranjero sobre todo cuando quieras tener hijos, porque ellos son las cadenas con las que maridos violentos, autoritarios y vengativos pueden destruir tu vida para siempre extorsionándote con el amparo de la legislación de su país.
En mi caso, la justicia francesa le otorgó nuestra vivienda y la custodia de los chicos al padre sin que se le mueva un pelo, y pretendía que yo vuelva a París con mis niños para entregárselos al padre en medio de una economía estancada, de una sociedad xenófoba hoy jaqueada y aterrorizada por el terrorismo islámico y la inmigración musulmana y me vea obligada a mendigar la ayuda del Estado, a vivir como una paria de la caridad estatal para poder ver a mis hijos un par de meses al año.
Cuando estés de novia o en pareja mirá bien con quien, donde y como te vas a meter, por más que te encandilen las luces del supuesto primer mundo – que no es lo que se cree – porque el costo en términos de sufrimiento puede ser muy alto si tu pareja resulta ser uno de los tantos machos alfa que abundan en estos días y cuando lo descubrís ya es demasiado tarde.
Lo que me sucedió a mi ahora no es un parámetro válido para tomarlo como aliciente, porque este fallo de la Corte es un verdadero milagro. Habitualmente el Alto Tribunal manda a los chicos de vuelta a su país para que los padres arreglen allí sus diferencias. Pero en este caso ocurrió que JD acordó conmigo por esrito que nuestros hijos vivan conmigo en la Argentina y la justicia argentina dijo que no es aceptable que luego haya pretendido volver sobre sus pasos, máxime luego de que la Cancillería argentina rechazara su pedido.
En realidad el aceptó firmar la residencia permanente de los chicos pensando que yo estaba amagando y al poco tiempo le iba a pedir de rodillas que me reciba de vuelta, pero cuando se dio cuenta de que yo hablaba en serio no quiso reconocer que nuestra matrimonio había naufragado y comenzó su «estrategia» para asfixiarme financieramente, perseguirme por vía judicial y diplomática y así obligarme a volver.
Por eso me hostigó permanentemente con presentaciones judiciales y reclamos ante el Consulado francés (que dicho sea de paso se prestó gustosamente a molestarme pretendiendo que una asistente social francesa revise mi casa para ver en que condiciones vivían los niños con el pretexto de que tenía la facultad de proteger a sus connacionales), no me mandó un sólo euro durante cinco años (ahora me deja una limosna para simular que aporta) como si eso me perjudicara a mi y no a la mantención de sus hijos.
Pero como no me pudo doblegar ahora se vino con la historia de que los niños tienen derecho a relacionarse con «sus raíces» francesas y quiere que vayan «de vacaciones» a Francia (para no volver jamás). Me toma de idiota, pero lo malo es que la jueza a cargo toma sus pretensiones como si fueran serias y le concede muchas cosas que no debería en función de los antecedentes que están en su conocimiento.
En fin, como dijo con su proverbial sabiduría mi madre, ganamos una gran batalla, pero la guerra continuará porque el tipo es un sicópata y necesita excitar su adrenalina buscando roña. Como le sobra plata porque gana muy bien y no gasta nada en sus hijos lo previsible es que siga los ataques. Pero hoy lo importante es que mis polluelos seguirán en su hogar, que está donde esté su madre.
Soy majo escribeme y t cuento mis novedades. Estoy en Uruguay. Slds.